La liberación de energía terrestre que se produjo en Chile fue 50 veces más poderosa que la que afectó a Haití el 12 de enero pasado, donde murieron unas 125.000 personas, hubo más de 300.000 heridos y más de un millón de haitianos quedaron sin casa. El terremoto de ayer en el país suramericano sólo es comparable con el que sacudió el 22 de mayo de 1960 a Valdivia, al sur de Santiago, el mayor registrado en el planeta.
En aquella ocasión, el terremoto alcanzó una magnitud 9,6 en la escala de Richter y dejó unos 3.000 muertos y más de 2 millones de damnificados. Al seísmo le siguió un tsunami de 10 metros de altura que llegó hasta Hawai, donde causó 61 muertos, y otros 32 en Filipinas.
La magnitud del daño del terremoto de ayer hizo que el gobierno de la presidenta Michelle Bachelet declarara de inmediato como zona de catástrofe las regiones de Maule, Bío-Bío, O´Higgins, Araucanía, Valparaíso y Metropolitana, donde vive la mayor parte de la población chilena.
Millares de personas salieron despavoridas a las calles cuando comenzó el movimiento de tierra, mientras todas las grandes ciudades sufrían de inmediato apagones -que se prolongaron por varias horas-, estallaban incendios en Santiago y Concepción, caían puentes y pasarelas en las carreteras más importantes y se derrumbaban casas y edificios. El pánico siguió apoderándose de la población, que sólo en las horas siguientes al terremoto percibieron por lo menos 51 réplicas.
La presidenta Bachelet se trasladó en helicóptero a la zona más afectada para evaluar los daños, mientras millares de policías, bomberos y rescatistas voluntarios escarbaban las ruinas en búsqueda de víctimas. La región del Bío-Bío, donde se registró el epicentro del terremoto, informó de más de 60 personas desaparecidas. En Concepción, capital de la misma región, al menos dos edificios se desplomaron, uno de ellos con más de un centenar de habitantes.
Con la luz del día
El aeropuerto internacional de Santiago quedó cerrado por 72 horas, después de que la terminal sufriera daños estructurales, así como la torre de control, por lo que centenares de personas fueron evacuadas del lugar.
«Me salvé porque me lancé debajo de la mesa, se me vino todo encima, todas las puertas del edificio estaban rotas», relató Elba Carrizo, una mujer de 81 años, que vivía en un edificio que se desplomó en el barrio capitalino de Maipú. Al igual que el edificio de Elba Carrizo, otras construcciones casi nuevas, con un promedio de apenas cinco años de uso, se derrumbaron en Santiago, Talca y Concepción. En Valparaíso y Concepción también se registraron actos de pillaje y saqueos a locales comerciales, por lo que militares y policías patrullaban las calles.
La televisión local mostraba ayer dantescas imágenes que con la luz del día quedaron a la vista: puentes caídos, autopistas destruidas, automóviles y camiones volcados, casas en el suelo y monumentos históricos en ruinas. Pero sobre todo, mostraron los rostros repletos de miedo de millares de chilenos.
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