Han pedido a sus fieles que recorten sus emisiones de CO2 durante la cuaresma, reduciendo su ingesta de carne, cortando las verduras en pedazos más pequeños para que se cocinen más rápido o renunciando durante unos días al uso de teléfonos móviles y televisores.
Los obispos de Liverpool, James Jones, de Londres, Richard Chartres, y de Oxford, John Pritchard, han propuesto también a sus congregaciones que el dinero que dejen de gastar por renunciar durante unos días a latecnología lo destinen a los países pobres.
"La cuaresma es un periodo en el que deberíamos reflexionar sobre la manera en la que vivimos. Dejar de comer chocolate es un símbolo de esa reflexión, pero renunciar a la tecnología es una manera más seria de pensar en los problemas que afrontamos como la comunidad global que somos", manifestó el obispo de Oxford.
"Es una manera de mostrar solidaridad con un mundo que no tiene la capacidad de comunicarse como nosotros y un recordatorio de que quizás hemos ido más allá de lo debido en lo que se refiere al consumo de tecnología", añadió Pritchard.
Este obispo, que tiene una blackberry, reconoció que para él también será una penitencia renunciar a la tecnología durante algunos días, pero consideró que le servirá para concentrarse en la necesidad de impulsar la comunicación "cara a cara".
Según Pritchard, esta oportunidad "es una recordatorio de que ralentizar nuestras vidas al menos una parte del tiempo tiene beneficios auténticos sobre nuestra salud, mental, emocional y espiritual".
Tearfund enumeró otras acciones cotidianas que pueden reducir nuestra "huella de carbono": limitar las veces que utilizamos la cisterna del retrete, evitar las aceleraciones bruscas en los vehículos, arreglar las prendas estropeadas en vez de comprar ropa nueva, cenar a la luz de las velas y potenciar el uso del tren frente al del avión para los viajes de media distancia.
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