viernes, 11 de junio de 2010

Salud: Tanorexia y tanofobia: adicción y aversión al sol

La tanorexia y la tanofobia son dos trastornos relacionados con el sol que, de acuerdo a la voz de alarma de los expertos, en los últimos años han aumentado en número de casos. Mientras que la tanorexia se asocia con una obsesión enfermiza por tomar el sol, la tanofobia se halla en el otro extremo: es un miedo irracional al sol y a sus potenciales efectos perjudiciales. El manejo de estos dos trastornos psicológicos con efectos físicos (cáncer de piel y déficit de vitamina D) es multidisciplinario y se establece en colaboración con los psiquiatras, ya que el tratamiento más adecuado es la psicoterapia.


Dos caras de la misma moneda
Estar muy moreno a toda costa o eludir como sea el contacto con los rayos del sol, de forma obsesiva, son las dos caras de la misma moneda. Tanorexia y tanofobia, respectivamente, se engloban en el cajón de los trastornos dismórficos, como la anorexia. La percepción distorsionada de la propia imagen mejora con psicoterapia, sola o combinada con fármacos, el método más adecuado para tratar este tipo de dolencias. El trastorno dismórfico corporal (TDC), declarado en 1997 como trastorno mental en EE.UU., afecta a cerca del 2% de la población y es más frecuente en personas con un trastorno obsesivo compulsivo (TOC) de base.

La obsesión por el bronceado
La obsesión por estar moreno y aprovechar cualquier ocasión para ponerse al sol o para acudir a cabinas solares de UVA ha aumentado en los últimos años. A pesar de que, por norma general, es más frecuente en mujeres, se detecta un incremento entre los adolescentes de 14 y 15 años de ambos sexos. Cuando se toma el sol, en el cerebro se generan endorfinas, neurotransmisores opioides producidos en el sistema nervioso central, que generan sensación de placer, parecidos a los estimulados en los fumadores.

En los afectados de tanorexia, esta experiencia placentera es la causa principal de su inclinación a los rayos ultravioleta, como sucede con cualquier otra droga, según sugería un estudio realizado por la Universidad Wake Forest (EE.UU.) en 2006. Disgusto con el color de la piel (por muy bronceado que se esté), ansiedad ante la imposibilidad de tomar el sol y bronceado extremo, junto con envejecimiento precoz de la piel, son otras de las manifestaciones de estos adictos.

Un peligro más es el riesgo aumentado de sufrir melanoma, que alcanza unas proporciones epidémicas y, junto con otros cánceres de piel (carcinomas vasocelulares y epidermoides), es uno de los tumores malignos más comunes que afectan al ser humano. Los casos de cáncer de piel aumentan un 10% cada año. Estas personas, a menudo, frecuentan las cabinas de rayos UVA -donde una sesión equivale a un día entero de sol- varias veces por semana en distintos establecimientos, como manera de evadir las recomendaciones. Incluso algunos especialistas aseguran que el cáncer de piel puede desarrollarse si se sufre tanorexia durante cuatro o cinco años.

1 comentario:

Anónimo dijo...

me parece muy buena la noticia