A unos 18 kilómetros al Sur de Módena y a pie de carretera, existe un singular edificio que, tras una pobre fachada roja, se esconde el centro neurálgico de Ferrari. Allí, en Maranello, Fernando Alonso arropó ayer a los cientos de empleados de la 'Scuderia'. O quizás fuera al revés.
Nada se produce por azar. Es el producto de días y días de trabajo en ocasiones poco recompensado. Apenas unas horas después del golpe más duro, cuando mejor aspecto tenía su candidatura, víctima de una estrategia mediocre, el piloto decidió abandonar Abu Dhabi para refugiarse en su fortín italiano junto a las más de 500 personas de alta cualificación que allí trabajan, que le recibieron con los brazos abiertos en su primera aparición desde la gran pifia.
La 'Scuderia' ya mira hacia el futuro, es decir hacia Fernando Alonso y la temporada 2011. No se plantea otra cuestión que ganar los títulos mundiales de pilotos y marcas porque la presencia del ovetense es una ventaja, pero también un compromiso. Alonso y Ferrari han aprovechado la ocasión para salir fortalecidos, pero la herida tardará en cerrarse. De momento, se da por seguro que en los próximos días rodarán cabezas. Aunque menores, como la del ideólogo Chris Dyer, y la de Massimo Rivola.
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